Aquel manuscrito, escrito en letra bastardilla cancilleresca, 24 páginas en 12 folios en perfecto estado de conservación, descansa desde hace semanas en la caja fuerte del Instituto Cervantes de Londres.

El texto era el primer intento de poner orden y reglas al fenómeno del teatro, y entrar así de lleno en el debate imperante en la época sobre la licitud moral de esa nueva forma de entretenimiento. “Lo que produce miedo es el teatro público, porque ya no se trataba de un asunto de minorías, o de compañías italianas que pudieran hacer su representación aquí o allá… Era la época en la que el teatro se había convertido ya en el gran espectáculo público en muchas ciudades españolas”, señala el profesor García.