Expolio, destrucción y ruina. Es el panorama desolador del Patrimonio leonés. Decenas de obras de arte desaparecidas o emigradas y edificios que se derribaron o el tiempo ha desplomado. En tres días —25, 26 y 27 de este mes— la Universidad de León analizará estragos como la demolición de la puerta del obispo, por la que el prelado iba de la Catedral al Palacio Episcopal sin mojarse los pies; o la Lauda de Ansúrez, único vestigio que se conserva —en el Museo Arqueológico Nacional— del panteón de Alfonso VI, que quizá se parecía al Panteón Real de San Isidoro. Esa pieza, única en Europa y datada en el año 1093, procedía del monasterio de San Benito de Sahagún. Fue sacada de España en extrañas circunstancias y acabó en Estados Unidos. Gracias a Ricardo de Orueta, un gran defensor en los años 30 del patrimonio leonés, pudo regresar a España. Otra gran obra, menos conocida, es la arqueta de plata de San Adrián y Natalia, datada en el año 1150 y originaria de la iglesia de San Adrián de Boñar, que hoy se encuentra en Chicago.